ADELGAZAR Y BAJAR DE PESO
Cuando te sometes a dietas de ayuno, dietas sin carbohidratos o consumes bebidas que sólo contienen diuréticos y saborizantes artificiales, el cerebro no encuentra carbohidratos para funcionar. Los primeros días se abastece buscando combustible en el hígado (donde tenemos un almacén de azúcar llamado glucógeno). Por cada molécula de glucógeno que el cerebro utiliza se desprenden varias moléculas de agua, lo que nos provoca deshidratación; esto hace que nos subamos a la báscula y pesemos 2 o 3 kilos menos, pero en realidad no bajamos en medidas: sólo perdimos agua, fomentando la aparición de arrugas y envejecimiento prematuro.
Después, si continuamos ayunando, o simplemente no le damos al cerebro la cantidad de carbohidrato que necesita, comenzamos a perder músculo. El músculo se sacrifica para abastecer de glucosa al cerebro. Al terminar la dieta estamos felices porque bajamos cinco kilos, aunque sólo agua y músculo, y con ello nuestra capacidad para quemar grasa.
Cada kilo de músculo nos ayuda a quemar 45 calorías al día; al perderlo nuestro metabolismo se vuelve lento y, al dejar la dieta, recuperamos a gran velocidad el peso perdido y aun más.
Imagínate que en tu organismo tienes dos tanques de combustible que necesitan carbohidratos para funcionar: el cerebro y el músculo.
Adentro de cada uno de ellos hay un tanque de gasolina y un carbohidrato sirviéndoles con una manguera.
Si el cerebro no encuentra carbohidratos para funcionar, destruye músculo.
Por querer bajar de peso a gran velocidad cometemos errores que a la larga nos impiden adelgazar de forma permanente. A veces elegimos dietas que caen en los extremos en cuanto a sus recomendaciones de alimentación.